Kate Moss










La clave de tanto éxito radica en un compendio perfecto de juventud, belleza y personalidad. Ingredientes que la modelo condimenta con una pizca de suerte. De hecho, Kate Moss aterrizó en las pasarelas por azar. Una cazatalentos de la agencia [Storm], Sarah Douglas, la descubrió en el aeropuerto JFK, cuando tenía tan sólo 14 años. A partir de aquel momento, Kate Moss emprendió una carrera fulgurante hacia el cenit de su profesión como modelo: portada de las más prestigiosas revistas de moda, musa de [Calvin Klein], protagonista de vídeos musicales y películas. Tales éxitos son, tan sólo, meras pinceladas de su extenso currículo. Prueba de que ha llegado a lo más alto, es la generosa cantidad que cobra por cada día de trabajo.Aunque los principios fueron difíciles, su mirada de niña pícara siempre le abrió puertas. No era perfecta. Su físico distaba mucho de los cánones estéticos establecidos. Pero irradiaba frescura, un encanto abrasador que la hacía irresistible incluso para pasarela.Donde condición sino que no para desfilar es medir, al menos, 1,75 metros de estatura. En contrapartida a su escaso 1,70 de altura, la top model tenía unas medidas perfectas (83-57-88); una larga melena castaña y unos ojos rasgados de color miel, que dulcificaban sus angulosas facciones.
La top rebelde.Sin lugar a dudas, la de Kate Moss no es una belleza estática e inerte como la de otras maniquíes. Su rostro refleja la esencia de un interior tormentoso. Su controvertida personalidad transpira por cada poro de su piel. Ella es la top rebelde.

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