Me duele tu piel tan blanca, bajo la ducha de agua fría; el olor de tus cabellos mojados, y tu constante melancolía.
Me duelen tus ojos de cielo de mar, que me miran sin el mayor decoro; esos que reflejan mi alma cansada, de mi vida divino tesoro.
Me duelen tus pasos al entrar a casa, para decirme que no estás, recordándome que en mi realidad,no me puedes doler más.
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