Mentiras de mármol

Todo en mí me daba signos de inestabilidad, de odio supremo hacia mí misma. Aunque estaba en paz, necesitaba algo de acción. Y no quiero decir que busque los problemas, es algo que yace más allá del límite entre lo mortal e inmortal, lo bueno o lo destructivo para uno. Cuando no estaba con el me sentía en paz, pero en todo caso las plantas también son pacíficas y libres, ¿verdad? Era más bien un vegetal, que reía más de lo que se le pedía sólo por no preocupar a terceros. Era una maldita planta, un mentiroso y sucio vegetal.
No me alcanzó con haber tenido que mentir toda mi temprana adolescencia con el y nuestros encuentros, sino que parecía hasta a propósito que tuviese que seguir con esas conductas de preescolar. Claro, él me había enseñado a mentir como si fue un arte: me instruyó entusiasta y delicadamente. Casi sin saberlo, era una perfecta mentirosa. Una maldtia mitómana.

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